05 octubre 2006

SER MUJER

No era fácil ser mujer en aquellos años. La sociedad estaba instaurada de forma que el hombre era quien mandaba dando la última palabra, y bajo esa autoridad estaba la mujer, siendo esposa, hija, trabajadora...


Pero algo estaba cambiando y en una ciudad de provincias como la nuestra eso también se notaba aunque más lentamente. La televisión, con su blanco y negro y dos cadenas públicas no daba demasiada información veraz, pero de vez en cuando se colaba alguna "carrera" de universitarios perseguidos por los "grises". Todavía tardaría algunos años la televisión en color y cuando llegó era prácticamente inasequible para la mayoría por su precio.


Las mujeres teníamos pocas salidas laborales ya que el convencimiento de que estábamos destinadas para el matrimonio hacía que el trabajo casi fuera considerado como algo eventual y transitorio. Las organizaciones reivindicativas, incluída en la que estábamos nosotras, salvo algún añadido "feminista" en su título de presentación, poco o nada daban a indicar sobre alguna pretensión sexual distinta a la establecida; haber querido indicar algo como "lesbianas" hubiera sido sinónimo de demasiados problemas, dentro y fuera de casa. Lola y yo éramos, ante el mundo, "primas" y así seguimos hasta casi el final de nuestra relación.


Hacia finales de esa década, la de los 60 e iniciando los 70 (no recuerdo exactamente el año), hubo dos películas que marcaron un antes y un después. Una lo hizo para los españoles en general y otra para nosotras las mujeres. La primera fue "Un tango en París" y la segunda "Helga".


La avalancha de gente, incluso haciendo excursiones en autobús a Francia, para ver "Un tango en París" fue de época. Los comentarios en cualquier parte eran constantes de quienes habían ido a verla, de quienes no e incluso de aquellos que sin haberla visto la contaban. Y todo el mundo presumía también de haber practicado lo que en ella se veía.


La otra película impactante de la época fue sin duda "Helga", que en realidad era un documental con metraje largo. Si no recuerdo mal la primera en hacer su aparición en los cines fue "Helga", ya que su promoción era la de que por fin se veía entero y sin tapujos el cuerpo de una mujer. Lola y yo hablamos de si ir a verla o no. Nos gustaba mucho el cine aunque no había demasiado surtido salvo en los cines "de arte y ensayo" de los cuales solo había uno en nuestra ciudad, por lo que el repertorio peliculero era más bien escaso. Fuimos a ver "Helga" y lo digo como fue: porque nos dijeron que se veía el nacimiento de un niño. Y lo había. Lola se emocionó mucho.


Recuerdo que nada más salir la imagen de la mujer desnuda, nada obscena por cierto, el cine se quedó prácticamente vacío. Todos los hombres que había en el patio de butacas, la inmensa mayoría solos, se levantaron marchándose. Estaba claro que no les interesaba más que un aspecto de la película. Fue triste contemplar aquella desbandada, pero es lo que había.


Por aquel entonces vino a la ciudad una mujer que ya provocaba controversias: Lidia Falcón. Mucho más tarde, ya entrados los 80 fundaría una asociación feminista de máxima raigambre, y sobre todo mediados los 70 una revista que hizo furor entre nosotras por ser la primera que hubo de aquel tipo: Vindicación feminista. Lidia dio una pequeña conferencia, más bien charla, a la que acudimos todas en pleno. Me gustó los planteamientos que esgrimía aunque no la dureza con la que los expuso; era peligroso en aquellos años "gritar" tanto. Durante mucho tiempo en nuestra asociación se habló sobre aquella charla como el inicio de un todo, aunque realmente no movió nada porque aún no era el momento de hacerlo.


Y llegaron los hippies, aquellos melenudos con barba que proclamaban "haz el amor y no la guerra" y que nos enseñaban algo llamado LSD que nadie sabía muy bien para qué servía.


Lola y yo seguíamos adelante con nuestra relación. Habíamos conseguido, sobre todo yo, estabilizar aquel disgusto que habíamos tenido (con mi "descubrimiento" de Miguel Angel), lo hablamos muchísimo e hicimos las paces. El niño era una delicia e íbamos a verle todas las semanas, estando con nosotras en casa cuando tenía vacaciones por pequeñas que estas fueran. La realidad es que éramos una familia y las dos nos sentíamos orgullosas de lo que estábamos creando. Sólo teníamos un par de problemas: que Lola empezó a pensar en que su hijo constara como suyo... y la señora Pepita, nuestra vecina.

4 comentarios:

  1. Gracias. Eres muy amable. Tienes un blog muy bonito, he estado mirándolo.

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  2. acabo d ver tu mensaje en mi blog y cuando dije *qe tierno* no me referia a qe hayan "dejado al nino en el orfanato", sino al hecho qe lo hayan cuidado ustedes y qe tu te estes llevando tan bien con el

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  3. Judith, yo no he dejado ningún comentario en tu blog. Si miras dónde te lleva quien lo ha dejado verás que no es este. Yo nunca dejo ninguna respuesta en ninguno de vuestros blogs; entro a leerlos, eso sí, pero nada más. Siento que te hayas sentido molesta, pero repito que no hay ningún comentario mío.

    Lamento las molestias que están causando esas dos impresentables (repito: IMPRESENTABLES).

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